Cuantas veces nos ha ocurrido recibir al referido de un
cliente, que ha jugado el rol de promotor de nuestro producto o servicio, y al
cual prácticamente no tenemos nada que explicarle porque ha llegado hasta
nosotros con la decisión de compra. El individuo dice que no hace falta más
explicación y pregunta dónde debe firmar. ¿Se volvió loco? ¿Está contratando a
ciegas? No, de ninguna manera. El cliente con cierta antigüedad en nuestra
empresa, cuenta con la experiencia de la utilización de nuestro producto o
servicio, a lo cual suma una herramienta muy poderosa: conoce lo que su amigo
necesita. Vende la idea de la coincidencia entre su búsqueda y nuestra oferta a
partir de una experiencia propia y positiva. Si lo que estamos vendiendo es un
intangible, el aporte que recibe el referido es invalorable, ya que llega hasta
nosotros de la mano de la experiencia de un amigo o conocido que transformó
nuestro servicio en tangible. Si lo que estamos vendiendo es un producto,
tampoco hay que desestimar el aporte, ya que aquella anécdota de un tercero que
llegó hasta sus oídos, creó la necesidad y la certeza de una buena elección.
A la hora de cerrar un contrato vendido por un tercero, el
vendedor se siente eximido de la presión del cierre de la negociación. Sin
estrés, relajado y confiado, se concentra en los aspectos básicos e importantes
que debe informar a su nuevo cliente antes de dar por finalizado el trato. Negociación
sencilla si las hay, ¿no es verdad? – aunque hay vendedores que pueden llegar a
arruinar hasta lo más sencillo… -
La clave del referido está en la ventaja de asesorar a un
prospecto que ya ha descubierto que su necesidad se ajusta a nuestra propuesta.
Por lo tanto, si el prospecto solicita nuestro asesoramiento sin referencias
previas, el referente seremos exclusivamente nosotros y nuestra habilidad para
comunicar.
La mayoría de las entrevistas comienza con una solicitud: ‘¿podría
asesorarme respecto a su producto o servicio?’ o ‘quisiera averiguar qué es lo puede
ofrecerme’. Muchos vendedores responden gentilmente, ofrecen al individuo tomar asiento y comienzan inmediatamente su
explicación.
¡Alto! Esta entrevista comenzó mal y el vendedor no está escuchando. No le están pidiendo que diserte sobre su producto o servicio, le están solicitando un asesoramiento personalizado, el prospecto dice: ‘asesorarme’, ‘ofrecerme’, es decir, ‘veremos si su propuesta se ajusta a mi necesidad o búsqueda’. ¿Cómo podría un vendedor interpretar cuál es la necesidad o búsqueda de ese individuo? Dos opciones: estudia control mental para leer los pensamientos del prospecto o simplemente… pregunta.
¡Alto! Esta entrevista comenzó mal y el vendedor no está escuchando. No le están pidiendo que diserte sobre su producto o servicio, le están solicitando un asesoramiento personalizado, el prospecto dice: ‘asesorarme’, ‘ofrecerme’, es decir, ‘veremos si su propuesta se ajusta a mi necesidad o búsqueda’. ¿Cómo podría un vendedor interpretar cuál es la necesidad o búsqueda de ese individuo? Dos opciones: estudia control mental para leer los pensamientos del prospecto o simplemente… pregunta.
¿Qué inquietud lo hizo acercarse a
averiguar? ¿Hace tiempo que está pensando en realizar la contratación? ¿Había
recibido anteriormente asesoramiento sobre nuestra propuesta o alguna similar?
De ser así, ¿cuál fue el motivo por el cual aún no ha tomado una decisión?
¿Está pensando adquirirlo para usted o es para alguien más?
El vendedor invitará sutilmente al cliente a un diálogo
abierto a través del cual pueda evaluar si su propuesta se adapta a esa
búsqueda. Tendrá que hacer preguntas claves que apunten a esa necesidad, evitar
el formato de interrogatorio y no hacerlo demasiado extenso. Una vez
descubierta la necesidad básica podrá brindar un asesoramiento personalizado,
es decir, el speech de ventas hará especial hincapié en aquella necesidad
básica detectada y será el eje de la explicación. Personalizar el speech de
ventas es fundamental a la hora de acompañar el proceso de pensamiento activo
del prospecto. La observación de las reacciones del individuo nos permite
descubrir si en nuestra explicación ha encontrado alguna otra información que
le resulta interesante. Apelen a ejemplos de otros clientes o usuarios que
puedan aportar experiencias significativas, igual que lo hace un cliente
antiguo con un referido.
Detectando esta necesidad, respondiendo a ella dentro
de la estructura de la entrevista, obteniendo acuerdos parciales sobre alguno
de los detalles de la propuesta, lograrán llegar a una etapa de cierre sin
tanto estrés y más confiados, igual que ocurre con un referido.
Intenten evitar la lectura de un folleto en voz alta o rezar
un manual de instrucciones o dictar los detalles de la propuesta a la velocidad
que lo harían si dejaran un mensaje en un contestador automático, manejándose con
un speech completamente despersonalizado. Para estas tareas hay otra instancia
en el proceso comercial que es la ‘promoción’ y un vendedor profesional no es
un promotor.
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