martes, 5 de noviembre de 2013

EL CAMINO DEL CAMBIO

















Estamos acostumbrados a pensar sobre cambios de paradigma o duelos en situaciones personales, ya sea por experiencias propias o de terceros. Esto es, la pérdida de un ser querido – porque se ha alejado o porque ha fallecido -, una mudanza, un cambio de empleo, incluso hasta la pérdida de algún bien material. Y aunque no todos los duelos tienen la misma intensidad, todos traen como consecuencia un cambio de paradigma, una modificación del escenario, traducido a veces en un nuevo espacio físico o en el vacío que  dejó una ausencia. Y a pesar de las distintas situaciones o vivencias que provocan los diferentes duelos, el camino para transitarlo, en gran medida, tiene muchos puntos en común en su proceso.

Si pensamos en una organización que se encuentra frente al desafío de abordar un nuevo paradigma – crecimiento, lanzamiento de nuevos productos, reestructuración de procedimientos improductivos u obsoletos, etc. -, y si lo que estamos buscando es crear un proyecto vivo, deberemos atender el proceso de duelo inevitable que conllevará el cambio de paradigma
.
¿Cómo puede ser que hable de duelo frente a un cambio anunciado como crecimiento, renovación, innovación o reestructuración para mejorar la calidad interna y externa? Al crear un nuevo proyecto estamos rompiendo un paradigma anterior y este proceso se da igual en una empresa que en un individuo que enfrenta una pérdida.

El recurso humano de la organización se enfrentará al apego del viejo paradigma y luchará ante los cambios. Su zona conocida se tambalea y lo desconocido - aunque llegue de la mano de líderes organizacionales con capacidad vital para presentar el cambio como positivo – provocará incertidumbre. Esto ocurrirá, casi de manera inevitable, aunque gran parte del recurso humano esté esperando un cambio favorable. No todos los individuos del grupo de trabajo entrarán al camino del cambio con la misma predisposición ni de la misma manera. En este sentido, dependerá de su personalidad, su nivel de adaptabilidad, su conocimiento actual, incluso hasta de sus circunstancias personales.  Algunos individuos de la organización tal vez estén pasando por cambios de paradigma en su ámbito íntimo que se verán potenciados por el cambio de escenario laboral. Por ejemplo: individuos que estén procesando en paralelo duelos propios, como una separación, el abandono del nido de un hijo en edad adulta, la pérdida del empleo de su pareja, etc. Individuos enfrentados a cambios profundos a los cuales se suma una modificación en el entorno de trabajo, que incluso para muchos podría haber funcionado antes de los cambios, como la única zona conocida o segura mientras transitan nuevas circunstancias personales.

Todo cambio implica un desafío y el mayor de todos está en desapegarse del paradigma anterior.

Quienes conducen estos cambios deben tener presente lo que provoca la sensación de desapego en un grupo de trabajo y sus implicancias. No todos compartimos la misma mirada. Para algunos el desafío no está en romper antiguos esquemas, sino en crear nuevos escenarios. Para otros, el desafío es simplemente romper con lo anterior, luchar con el apego que lo atrae como imán hacia lo que conoce, hacia la zona segura, hacia la certidumbre, hacia el esquema de trabajo donde el individuo, mal que mal, sabe lo que debe enfrentar a diario y donde solo carga con el estrés de lo cotidiano pero no suma el estrés de lo incierto o lo desconocido. Habrá que acompañar el proceso, entendiéndolo como algo natural y lógico. Seguramente quienes lideren el proyecto estarán transitando el camino del cambio por la zona de aprendizaje – o al menos eso sería lo esperable – y desde ese lugar comenzarán a dar los primeros pasos hacia la zona desconocida. Cuanto más atrás se quede el resto, la distancia entre ambos grupos se hará más notable. Entrar a la zona de aprendizaje ha sido una decisión, por tanto, una vez que emprendemos el camino iremos descubriendo nuevos hallazgos que nos permitirán aprender y crecer dentro del nuevo paradigma.


Recorramos el camino sin pausa pero sin prisa, intentando que quede la menor cantidad de rezagados posibles por el camino, porque todos y cada uno de ellos será necesario en el proceso de transformación. Será un trabajo en paralelo: mientras se dan los primeros pasos, se contendrá al resto a la vez que vamos mostrando el camino. En el mejor de los casos no habrá pérdidas que lamentar, pero también es natural que las haya y generalmente frente a un cambio de paradigma, los abandonos son voluntarios. 




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